Las primeras citas están siempre impregnadas de emoción y nerviosismo.
Por un lado, nos enfrentamos a preguntas inevitables, ¿tendremos suficientes temas de conversación? ¿Nos llevaremos bien? ¿Será incómodo? Por otro lado, nos sumergimos en la anticipación de diferentes escenarios incluyendo el típico, ¿quién debería encargarse de la cuenta?
Este tema, tan cargado de controversia, abarca desde la regla clásica de «el que invita paga», pasando por la expectativa de que el hombre «debería hacerlo», hasta la duda sobre cuál es la norma social aceptada en la actualidad. Pero ¿qué es lo correcto?
Eliminar los estereotipos
La idea de que el hombre debe pagar en una cita lleva tiempo siendo cuestionada y desafiada por el movimiento hacia la igualdad de género.
Históricamente, la expectativa de que el hombre pague en una cita se basaba en la idea de que el hombre era el proveedor y nosotras, las mujeres, las beneficiarias de su generosidad. Sin embargo, esta visión ha evolucionado con el tiempo a medida que la sociedad reconoce la igualdad de capacidad y responsabilidades entre ambos géneros.
Hoy por hoy muchas mujeres rechazan la idea de que el hombre deba pagar en una cita como acto de autonomía financiera. Gracias a que nos sentimos capaces y dispuestas a contribuir económicamente en una relación, esperamos ser tratadas como iguales en todos los aspectos, incluidas las finanzas.
Por otro lado, cada vez más hombres están respaldando la idea de compartir los gastos en una cita como una muestra de respeto hacia la independencia e igualdad de la mujer. Y ven el acto de pagar como un gesto de cortesía en lugar de una obligación impuesta por el género.
Validar las distintas posibilidades
Si bien es cierto que a muchas nos gusta sentirnos consentidas, también es válido reconocer que para muchas mujeres con ingresos propios, el supuesto de que el hombre asuma automáticamente que ella no va a pagar puede percibirse como un acto de superioridad. Al mismo tiempo, también hay hombres que no se sienten cómodos ante la posibilidad de que una mujer asuma que ellos son quienes deben encargarse de pagar la cuenta.
Y en medio de estas posturas encontramos a quienes, con una actitud un poco más laxa, no tienen ningún problema con asumir que pueden (y están dispuestos) a pagar la mitad de la cuenta. Y aquellos que, considerando la posibilidad de un próximo encuentro, optan por dividir los gastos alternadamente, uno paga en esta ocasión y el otro lo hace en la siguiente.
Verlo como una posibilidad para conectar
¿Por qué esperar a formalizar una relación para hablar de los temas importantes? La tensión alrededor de este tema probablemente cambiaría si en lugar de percibir este asunto como algo incómodo, comenzamos a verlo como una oportunidad para aligerar el ambiente y conectar de una forma distinta. Un simple, ¿y tú qué opinas sobre este tema?, podría incluso demostrar empatía frente a una situación que inevitablemente surgirá al final de la cita.
Definir tus «no negociables»
Independientemente de tener o no una cita, es importante darte la oportunidad de descubrir tus «no negociables» en términos financieros. Estos pueden verse de la siguiente manera:
Es importante para mí que mi pareja sea transparente en cuanto a cuánto gana, sus deudas y sus gastos.
- Para mí es importante que podamos construir metas conjuntas y ahorrar juntos para alcanzarlas.
- Considero relevante que mi pareja asuma el costo de las salidas a restaurantes, mientras yo puedo encargarme de otro tipo de gastos.
- Debido a mi experiencia familiar, donde mi madre no estaba a cargo de los gastos relacionados con el entretenimiento, es esencial para mí vivir una dinámica similar.
- Me parece importante consentir a mi pareja, por lo que preferiría turnarnos para pagar cada vez que salgamos a cenar.
La oportunidad de elegir
La igualdad de género está transformando las expectativas y normas respecto a quién debe asumir ciertos gastos (incluyendo los de la primera cita). Ya que, cada vez más, se nos percibe como socias igualitarias en las relaciones, capaces de tomar decisiones financieras y contribuir de manera equitativa en todos los aspectos de la vida.
Volviendo al tema de la primera cita, es cierto que gran parte de la presión recae en el tipo de actividad que elijan. ¿Te sientes cómoda con la idea de tener que compartir los gastos en planes que sabes que no serán económicos?
¿Y qué ocurre si eres tú la que quiere invitarlo a él? En este caso, tienes el control total para decidir si quieres asumir un costo elevado o si prefieres elegir un plan y un lugar que puedas costear sin sentirte presionada. La decisión es tuya, y cualquier opción que elijas es completamente válida.